domingo, 4 de marzo de 2018

Francisco Calvo Capítulo XIII La homilía

LA HOMILÍA
         
      En la lectura de este texto base para comprender la Homilética como ciencia, se está generalmente de acuerdo en admitir tres formas fundamentales de desempeñar el servicio de la Palabra. 1: la evangelización o predicación misionera, que tiene por objeto desvelar la fe inicialmente, es el primer anuncio de la Buena Nueva dirigida al no creyente para que se convierta, la misma debe contener siempre una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios (EN 27). 2: la catequesis que está destinada a los que ya se han convertido y tienen la fe en Jesucristo, esta tiende a que la fe, ilustrada por la doctrina, se haga viva, explícita y activa en los hombres. Para ello toma la forma de una enseñanza sistemática cuya base es el Credo. 3: la homilía es una parte integrante de la liturgia de la Palabra, dirigida a los miembros de la asamblea eucarística por el sacerdote, ministro de los misterios, a partir de los textos de la Escritura en el género de una conversación familiar. Su cometido es actualizar el mensaje de salvación en la asamblea cristiana y conducir a ésta hacía una mayor participación en el misterio que va a ser celebrado.

         A la homilía se le asigna una triple dimensión, pues la predicación Homilética debe guardar fidelidad: a) al mensaje transmitido, ya que fundamentalmente es un comentario de los textos bíblicos o de algunos de sus aspectos; b) al ambiente y marco litúrgico, pues la palabra esclarece el rito y éste a su vez complementa a aquélla; c) a la asamblea presente, pues la Palabra de Dios ha de aplicarse a las necesidades y exigencias de la vida concreta de los fíeles. Se tiene claro que la homilía, debe ser fiel al mensaje, siendo fiel a partir de los textos sagrados. Debe también ser fiel a la liturgia, teniendo en cuenta el misterio que se celebra. Y por última la homilía es fiel al pueblo reunido, cuando toma en cuenta las necesidades particulares de los oyentes.

         No hay que esperar de los textos bíblicos una doctrina para definir una técnica política, pero si enseñanzas para animar la acción política, tenemos así la denominada homilía política. Por su parte, la homilía dialogada es aquella forma de homilía en la cual van tomando la palabra diversos participantes en la asamblea litúrgica, lo que la hace más participativa, hablamos de un público activo y no pasivo. El Código de Derecho Canónico de 1918 señalaba la obligatoriedad de la homilía con un carácter pastoral, era una obligación personal del párroco. Por su parte, el Concilio Vaticano II en la constitución sobre la liturgia, sin prescindir del carácter pastoral, ubica a la homilía en la liturgia y surge la obligación de hacerla no sólo en la parroquia y en la misa parroquial, sino en todas las misas que se celebran los domingos y fiestas de precepto con asistencia del pueblo.

         La homilía debe ubicarse después de la lectura del Evangelio, con una duración no mayor a los 10 u 8 minutos, y debe hacerse desde la sede o desde el ambón, evitando varios temas, mejor es concentrarse en una sola idea. Ahora, se entiende por predicación breve una predicación cuya duración no alcanza la de la homilía dominical. Debe y puede ser breve, en todo caso, no debe llegar a los diez minutos, puede durar cinco minutos y sin embargo ser eficaz Surgió y se ha extendido a causa del movimiento litúrgico. En su contenido se limita a una sola idea extraída del marco de la liturgia, y en la forma renuncia a las partes de la retórica clásica del discurso persuasivo, y se ofrece en forma de meditación o de explicación de su importancia para la vida. Su importancia radica en que se adapta a la situación espiritual de los oyentes.

P.A
García

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