LAS FUENTES DE LA PREDICACIÓN
La
primera fuente de predicación es la Sagrada Escritura, ya que en la Biblia se
encuentran ejemplos y modelos para la vida de los fieles, además es también un
modelo para el lenguaje, la claridad, la viveza de la predicación. El lenguaje
del Antiguo Testamento, sobre todo profetas, salmos y escritos sapienciales, es
un lenguaje de imágenes simples y vigorosas.
Los
Santos Padres son un ejemplo en la tarea de contribuir a que los oyentes
escuchen verdaderamente a Dios que les habla y celebren y asimilen como
creyentes la Palabra divina. Y tomando en cuenta a los Santos Padres, a los
predicadores, en concreto, la lectura patrística del Oficio de lectura de la
Liturgia de las Horas, les será particularmente útil por su contenido y por el
modo como los Santos Padres acogieron ellos mismos la Palabra para explicarla a
su pueblo.
Otra
fuente de importancia, considerada también como Escritura, es la Liturgia, ya
que el año litúrgico, por tanto, aparece como el principal itinerario del
quehacer homilético, para que la Iglesia lo recorra avanzando progresivamente en la historia de la
salvación. La liturgia de la Iglesia es el caldo de cultivo de la predicación
cristiana y la vida en la liturgia es la mejor preparación de la predicación
que no puede ser sustituida de modo válido por ningún otro trabajo puramente
teológico, exegético o dogmático.
También
como fuente propicia se tienen los Documentos del Magisterio de la Iglesia,
donde son de gran riqueza y contenido los Documentos de la Jerarquía, los
Catecismos como el Catecismo Romano o el nuevo Catecismo de la Iglesia
Católica, todos estos pretende ser una síntesis de las fuentes principales de
la predicación, donde se presenta con toda fidelidad las enseñanzas de la
Sagrada Escritura, de la Tradición viva en la Iglesia y del Magisterio, así
como la herencia espiritual de los Santos Padres, de los santos y santas de la
Iglesia, a fin de conocer mejor el misterio cristiano y reavivar la fe de los
fieles.
Los
teólogos, su pensamiento e ideas son también colaboradores del arte de la
predicación, además se tienen los llamados maestros de elocuencia sagrada, y
los maestros de ascética y mística cristiana, quienes con sus aportes
teológicos y espirituales a la luz de la historia de la Iglesia enriquecen más
y más el contenido de las homilías. Una cosa que se suele obviar es que también
la historia de la Iglesia puede ser objeto y fuente de la predicación porque,
en la Iglesia Cristo continúa su vida.
Es
de insistir siempre que la lectura formará la base de la preparación de la
predicación, sin embargo, no una lectura superficial, sino atenta y fructífera,
pues se olvida fácilmente lo que se ha leído. Lo que no se apunta, pese a los
buenos propósitos de conservarlo en la memoria, se pierde en gran parte. No
habría que leer nunca sin el bolígrafo en la mano. De ahí también la utilidad
de tener un fichero que recoja nuestras lecturas. El que guarda cuando tiene,
tiene cuando quiere. El ordenador permite establecer un fichero o banco de
datos, donde es fácil encontrar un tema.
P.A
García
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