LA FINALIDAD DE LA PREDICACIÓN
Para
el ejercicio de la predicación eclesial debemos tener en cuenta el contenido y
sentimiento. El contenido es el significado, palabra por palabra, en el
mensaje. El sentimiento es el modo con el que el mensaje es emitido,
particularmente a nivel no verbal.
La formulación de un objetivo de la
predicación va en perspectiva de formar una unión y comunión con
Jesucristo, ya que, solo Él puede llevarnos al Padre y a vivir en la Santísima
Trinidad. Hay que distinguir entre el tema y el objetivo. El tema designa la
problemática, el objetivo, la perspectiva pastoral especial. El siguiente
formulario ayuda en la formulación del objetivo de la predicación: ¿Qué quiero alcanzar en una situación
determinada con un determinado auditorio por qué vía en este momento? En
una predicación, con la ayuda de un objetivo bien preciso podemos discernir
entre lo más importante y lo secundario.
En
la formulación de los problemas de los
oyentes se tiene que el predicador debe formular no sólo deseos generales,
sino cuestiones de la vida cotidiana. Se trata de las objeciones, resistencias
y reservas que el predicador presume entre sus oyentes a propósito del pasaje
concreto de la Escritura.
La
misión del predicador no es tanto dar una solución a un problema o situación de
la comunidad cuanto iluminar esa situación desde el Evangelio y desde la
vivencia de Jesús, ofreciendo a la imaginación de los oyentes un abanico de
posibilidades. No
se puede decir todo de una vez. Para la homilía vale lo de una sola idea en
cada homilía. Las ideas sobrantes pueden guardarse para otra ocasión. No todo
problema puede y tiene que ser resuelto en la predicación. Cada tema y cada
problema se pueden abordar desde diferentes puntos de vista. El predicador debe
aclarar, mediante la reflexión o el diálogo, qué argumentos en contra hay en la
comunidad respecto al objetivo de su predicación.
P.A
García
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