domingo, 4 de marzo de 2018

Francisco Calvo Capítulo XV: La predicación como proceso comunicativo

LA PREDICACIÓN COMO PROCESO COMUNICATIVO


         Así como sucede en la vida cotidiana, la comunicación debe ser un factor decisivo a la hora de predicar, pues comunicación se entiende como el arte de transmitir información, ideas y sentimientos de una persona a otra.

         En el proceso comunicativo, el predicador es, indudablemente, el emisor, que se encarga de iniciar la comunicación, proporcionar algo a los oyentes, influir sobre ellos de algún modo o cambiarlos, para esto se debe tener bien claros los objetivos e intenciones y saber que efectos quiere provocar. Para llegar a expresar claramente un mensaje nos hace falta primero conocer nosotros mismos nuestra intención. El predicador debería no solo tener clara la finalidad de su predicación, sino que también debería saber que la forma externa de su comunicación, junto a la elección de las palabras y de los gestos, puede tener una influencia decisiva, si, por ejemplo, predica en un tono agresivo o cordial, si está enfadado o relajado, o cuando se quiere anunciar la Buena Nueva mediante broncas o gritos.

         La predicación actual no debe ser igual que la de ayer, pues nos encontramos con una feligresía que, cada día más, está necesitada de comprender realmente la Palabra de Dios, es por eso que, en medio de la predicación, el ministro deberá comprobar si su mensaje está llegando a los oyentes, de ahí que se pueda hablar del feed back retroalimentación, que proporciona al emisor una información sobre el éxito o fracaso de la transmisión del mensaje y si este cumplió positiva o negativamente su misión. Es útil tanto para el emisor como para el receptor. Como predicador puedo ir comprobando la eficacia del mensaje. Si la respuesta de los oyentes no es positiva deberé cambiar el mensaje o su orientación. Para evitar los riesgos de una mala interpretación hay que verificar a menudo si nuestros mensajes han sido bien comprendidos, es decir, obtener una confirmación (feed back). Casi siempre la predicación es lineal. Siempre experimentamos el intento de abandonar esta interacción en favor de una predicación monologal. En la predicación hablamos de una predicación virtualmente dialogal y sin embargo la mayor parte de las veces estamos interiormente contentos y tranquilos de que los mudos oyentes no tengan el coraje de recoger nuestra comunicación y responderla dialogalmente.

         La predicación no puede quedar reducida a ofrecer unos contenidos, ya que no es una clase, hay que saber diferenciar una cosa de la otra. Tampoco la predicación logra ser una buena comunicación si no se establece una relación entre el predicador y los oyentes. A la hora de predicar es necesario preguntarnos: ¿cómo se logra una buena relación? En todas las investigaciones sobre comunicación aparecen como condiciones reconocidas para una buena relación las variables fundamentales establecidas por Rogers: “La aceptación incondicional del otro, la comprensión empática y la autenticidad”. La competencia Homilética es siempre una competencia comunicativa.

En conclusión, con la lectura de este libro de Francisco Calvo, se ha resaltado paulatinamente que la comunicación es un aspecto característico de la predicación. Es de sumo interés pastoral que el predicador conozca las leyes fundamentales de la comunicación y llegue a darse cuenta de los procesos comunicativos que pone en marcha. Porque sólo cuando sea consciente de ellos, procurará corregirlos cuando sea necesario. En lo personal, el Papa Francisco es un ejemplo a imitar en el arte de la predicación.
P.A
García

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