ALMA-HELENISMO-PABLO-CATOLICISMO
EL
ALMA
En el presente esquema sinóptico se
expondrá el tema del alma, haciendo un breve recorrido por la concepción de
dicho concepto desde la filosofía helénica hasta la doctrina del catolicismo.
El alma: del latín anima, es el
principio de vida de los seres vivos. Aquello de que resulta la condición de
viviente. Modernamente se ha restringido el concepto de alma, al alma sensitiva
o dotada de algún modo de conciencia, excluyendo del mismo el alma o vida
vegetal. En un sentido más restringido -y vulgar- se dice sólo del alma racional
humana, dotada de sustancialidad e inmortal.
Helenismo:
Existe la idea entre los
griegos de que el alma es inmortal porque pertenece a la substancia
indestructible de los dioses o a una substancia que es la más afín a la
naturaleza de ellos.
Platón: Lo que
se mueve a sí mismo está por sí mismo en acto y no puede perecer. Lo que se
mueve a sí mismo no es movido por otro y es principio de movimiento para
los otros móviles y tal es el alma, la cual es preexistente al cuerpo
del que es un principio motor. Todo principio de este tipo es por
naturaleza ingénito y eterno. En el hombre el alma tiene tres partes que son:
el alma más noble que se encuentra en la cabeza; el alma irascible
que impulsa a la valentía; el alma innoble que es principio de los
apetitos sensuales.
Recluida en el cuerpo, el alma se encuentra
como el auriga de un coche tirado por dos corceles, uno generoso (el alma
irascible) y el otro perezoso que es el alma concupiscible.
Aristóteles:
entiende el alma personal como entelequia, es decir, como esencia o forma que
informa la materia, de tal modo que se hace mortal con la misma materia. Lo
verdaderamente espiritual radica en el nous, entendido no como algo individual
o personal sino como un principio separado del que participa el hombre.
Otros pensadores: La negación explícita de la inmortalidad la
realizó Demócrito, el cual consideraba el alma como una substancia
compuesta de átomos y, por ello, corruptible. Los estoicos, que
entendían que el alma es un contrapunto de Dios, quedan en la duda, entre la
exigencia de otorgar una justicia y una felicidad perfecta a los espíritus
mejores (lo cual requiere la inmortalidad individual) y la lógica de su
metafísica materialista. El alma se compone del más tenue de los elementos que
es el fuego y vuelve, tras la muerte, al fuego cósmico. Séneca defendía,
por su parte, la inmortalidad del alma. También Plotino admite la
inmortalidad, pero la reserva al alma principal o al anima mundi, en la que las
almas individuales quedan reabsorbidas.
Si la negación absoluta de la inmortalidad
del alma es rara e irregular, en la filosofía griega sin embargo tampoco se
logró su demostración, por lo menos en el sentido de un espiritualismo y
personalismo rigurosos.
Teniendo en cuenta todo lo anteriormente
descrito, hay que considerar que: “El
concepto del alma debe más al cristianismo que a la filosofía” Joseph
Cardenal Ratzinger.
Concepción Paulina
Qué entendía san Pablo por soma (cuerpo),
sarx (carne), psyche (alma), pneuma (espíritu), kardia (corazón) y nous
(mente). Él no nos ofrece una descripción del hombre en sí, sino que nos
describe más bien distintas relaciones del hombre ante Dios. Por tanto, estos
términos no indican realmente partes del hombre, sino que ponen de manifiesto
aspectos del hombre completo, considerado desde distintas perspectivas.
Entonces, la psyche no es exactamente el
principio vital de la actividad biológica del hombre. Significa, lo mismo que
en el AT, un «ser vivo, una persona viva» (en hebreo, nepef; 1 Cor 15,45).
Indica al hombre con su vitalidad, su conciencia, su inteligencia y volición (1
Tes 2,8; Flp 2,30; 2 Cor 1,23; 12,15; Rom 11,3; 16,4). Incluso cuando parece no
significar otra cosa que el «yo» (Rom 2,9; 13,1), tiene siempre la connotación
de vitalidad consciente y finalista de «vida». Aun en este caso, sólo se trata
de la «vida» terrena y natural del hombre. Generalmente, Pablo no emplea psyche
en sentido restrictivo; pero, por otra parte, se trata con toda claridad de la
vida de la sarx y no de la vida dominada por el
Espíritu. Esta es la razón de
que llame psychikos al hombre que vive sin el Espíritu de Dios (1 Cor 2,14).
Este es hombre «material» y no «espiritual» (pneumalikos). En 1 Tes 5,23 Pablo
esboza las tres partes de que, al parecer, está constituido el hombre: soma,
psyche y pneuma. En este caso, pneuma no es el Espíritu Santo (cf. Rom 8,16; 1
Cor 2,10‐11).
Unido a soma y psyche, que designan al hombre completo bajo distintos aspectos,
pneuma señalaría otro aspecto del hombre. Pero no siempre es fácil distinguir
el pneuma de la psyche (cf. Flp 1,27; 2 Cor 12,18). Pneuma indica, cuando
menos, el yo cognoscitivo y volitivo del hombre, y como tal manifiesta que el
hombre es especialmente apto para recibir el Espíritu de Dios. Algunas veces,
sin embargo, es un simple sustitutivo del pronombre personal (Gál 6,18; 2 Cor
2,13; 7,13; Rom 1,9; Flm 25).
Doctrina Católica
Patrística:
En la patrística no se da una construcción
sistemática del tema del alma. Los padres frecuentemente se encontraban en el
dilema de tener que elegir la vía del platonismo no exenta de errores, o seguir
la vía de Aristóteles. Y el problema que se encontraban en Aristóteles es que
reducía el alma a pura forma del cuerpo sin salvar convenientemente su
inmortalidad. Con todo, los Padres se inclinaban más bien hacia Platón, pues
con él salvaban mejor la espiritualidad del alma, pero teniendo al mismo tiempo
que purificarlo de elementos heterodoxos que condujeron a posiciones como la de
Orígenes.
Medieval:
La reflexión filosófica sobre el alma no
llegó a realizarse de forma definitiva sino hasta santo Tomás, quien concluyó
que el alma humana es forma del cuerpo, pero a la vez tiene una entidad propia
porque es substancia de carácter espiritual o intelectual: «El ser forma del
cuerpo es algo que conviene al alma según su esencia y no como algo
sobreañadido. Esto no obstante, hay que decir que el alma, en cuanto
mediatizada por el cuerpo, es su forma; mientras que en tanto que supera la
condición corporal, es llamada espíritu o substancia espiritual»
Magisterio actual:
La Iglesia ha mantenido siempre
las afirmaciones de la tradición. La Humani Generis enseña que la fe
católica nos obliga a retener que las almas son creadas inmediatamente por
Dios. También en el Credo del Pueblo
de Dios enseña san Pablo VI que Dios es creador en cada hombre
del alma espiritual. El documento de la Congregación de la doctrina de la fe
sobre bioética afirma también que «El alma espiritual de cada hombre es
inmediatamente creada por Dios». El Vaticano II, hablando sobre la
muerte del hombre, ha venido a decir que «su máximo tormento es el temor por la
desaparición perpetua. Juzga con instinto certero cuando se resiste a aceptar
la perspectiva de la ruina total y del adiós definitivo. La semilla de
eternidad que en sí lleva, por ser irreductible a la sola materia, se levanta
contra la muerte» (GS 18). El concilio profesa que el alma humana es espiritual
e in-mortal (GS 14). Habría que añadir también el magnífico discurso de san
Juan Pablo II al Congreso tomista internacional (1986) sobre el alma en la
doctrina de santo Tomás y donde recoge lo mejor de la tradición tomista. El
Catecismo subraya que el hombre es, a la vez, un ser corporal y espiritual
(CEC 362). Y llama la atención la preocupación del mismo por subrayar la unidad
personal del hombre, al tiempo que la dualidad (no dualismo) de principios que
en él se dan.
¿Qué es el alma? ¿Existe realmente? ¿Es
algo por lo que hoy en día se pregunta la gente? ¿Es importante su conocimiento
para la existencia vital? La ciencia
actual cree posible explicar la aparición de actividades vitales en los seres
vivos a partir de la materia organizada. ¿Es eso cierto? Si fuera así,
conceptos y experiencias vitales como el “amor”, la “alegría”, la “tristeza”
etc… serían un conjunto de reacciones químicas, uniones neuronales más o menos
fáciles de reproducir. En los seres
vivos la substancia es el individuo compuesto de cuerpo y alma, no es ni el
cuerpo solo ni el alma sola. El alma
es la forma de los seres vivos porque es lo que les da realidad plena y
les capacita para las operaciones propias del ser viviente. Es curioso observar
que, esta definición o perspectiva del alma como acto de un cuerpo que tiene en
potencia la vida sobre una forma de algo que es materia, es decir la
perspectiva acto/potencia y forma/materia, no
excluye en absoluto la perspectiva científica, sino que la completa. El
conjunto de reacciones físico – químicas serían así una consecuencia del acto
de un cuerpo que tiene la capacidad de realizar actividades vitales, que tiene
en potencia la vida. Entonces, es la
ceguera de absolutizar la ciencia como única visión de la vida, la que hace
ignorar una definición de alma que coge a todo el ser viviente por completo y
que le remite a una búsqueda de tal cuerpo que genera vida, de alimentarlo, de
cuidarlo y mimarlo porque de él dependen sus actividades vitales. En el caso
del hombre, que es obviamente el que más nos interesa, actividades vitales como
el entendimiento, la voluntad, la libertad, la alegría, la paz y un largo etc…
provendrían de tal cuerpo que tiene en potencia la vida, la realización de
tales actividades vitales. Si además somos creyentes y sabemos que Dios insufló
tal cuerpo en nosotros, la búsqueda y alimentación del alma se convierte en un
continuo orar a Dios que la engorda y la potencia aún más.
P.A
García